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Las Piedras voladas del Alc醶ar
Una imposibilidad f韘ica
Como consecuencia de la destrucci髇 de la fachada norte del Alc醶ar el d韆 28 de agosto, los asediados amanecen con el bombardeo se la artiller韆 pesada de los sitiadores que pretende ampliar la brecha producida en esta fachada tratando de destruir el torre髇 nordeste sin conseguirlo, aunque causa desperfectos de mucha consideraci髇 logrando el impacto de varios proyectiles en el patio de armas, derribando dos columnas desplom醤dose el arco de la galer韆 sur de donde se desprenden dos piedras de cuyas dimensiones aproximadas son de un metro c赽ico cada una.
La primera piedra que cae lo hace sobre una claraboya del s髏ano de la primera planta y parece estar ajustada al citado hueco por lo que lo hace descendiendo lentamente como si una fuerza misteriosa ralentizara su ca韉a, dando tiempo a que los defensores que se encontraban debajo pudieran retirarse oportunamente y vieran como un segundo bloque de similares caracter韘ticas descend韆 de la misma manera por el mismo tragaluz.
Este singular suceso de 鈥渓as piedras prodigiosas鈥 produjo entre los sitiados la necesidad de pensar que se trataba de algo sobrenatural que les defiende y ampara atribuible, cono en otros casos, a la Virgen de Nuestra Se駉ra Santa Mar韆 del Alc醶ar.
鈥淓n esto, instant醤eamente, de forma fulgurante, un estr閜ito descomunal, repentino e inesperado ensordeci la estancia. Es indescriptible la expectaci髇 y la sorpresa que produjo tal evento.
El gran candil colocado en un rinc髇 se apag y una profusa nube de polvo dificultaba la visi髇. A una oscuridad t閠rica sigui un silencio absoluto. Una voz pregunt:
鈥 驴Hay alguien herido? 隆Qu sigan todos donde est醤! 隆Qu nadie se mueva!
Al fin, logramos ver, si bien de forma borrosa, y nos quedamos absortos. Hab韆n ca韉o dos enormes piedras de siller韆 por la claraboya del patio. Un hecho inveros韒il, pero real. Penetraron por ese hueco cuyo 醨ea parec韆 menor que la del mayor lado de las piedras. Aunque lo m醩 curioso era que, en un s髏ano repleto de gente 鈥攃onsid閞ese que el personal que poblaba el patio, hasta casi llenarlo en tiempos de bonanza, se encontraba en este 醤gulo Sudoeste鈥 y, dada la gran velocidad de ca韉a y el gran volumen de las piedras, no hirieran a nadie. Otra "casualidad" . Una m醩 de las tantas que se dieron a lo largo del cerco.鈥
Memoria de D. Lorenzo Morata, Defensor del Alc醶ar de Toledo.
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