El emperador Carlos V y el Furor, tambi�n llamada Carlos V dominando el Furor protestante, o a veces Carlos V dominando el Furor turco.

Se trata de una escultura en bronce patinado, representando al emperador Carlos V, que �l mismo encarg� al escultor milan�s Leone Leoni en 1549. La idea parti� del propio escultor y finalmente fue aprobada y encargada por el Emperador. Se realiz� entre 1551 y 1564 siendo terminada, a la muerte de Leone, por su hijo Pompeo.

Es una escultura perteneciente a la colecci�n del Museo del Prado y se inspira en una cita del poeta romano Virgilio alusiva a la paz romana. La que se exhibe en el patio del Alc�zar de Toledo es una copia.

Carlos V aparece vestido a la romana, con peto y espaldar, dominando a un hombre derribado y encadenado, personificaci�n del Furor; esta figura sujeta una tea encendida en la mano derecha. El Emperador blande una lanza con la derecha, y con la izquierda un alfanje (con la empu�adura en forma de cabeza de �guila); ambas armas pueden ser desmontadas. La armadura puede separarse del cuerpo, mostrando a Carlos V desnudo a la manera de los h�roes grecorromanos.

La base de la escultura muestra diversos objetos alusivos a la guerra, como un escudo, un morri�n, una coraza, y otros atributos (trompeta, tridente, un carcaj de flechas, una maza y un haz de ¬lictor romano). La inspiraci�n de la Eneida de Virgilio menciona «Saeva sedens super ¬arma», representando el instante en que Eneas pacific� el Lacio encerrando al Furor en el templo de Jano y declarando la paz. El encargo al escultor milan�s no fue �nico y constaba de una serie de siete esculturas, de las que no todas pudieron ser ejecutadas.

La obra presenta un notable detallismo y perfecci�n t�cnica. Las estatuas conmemorativas con piezas desmontables fueron escasas durante el Renacimiento, debido a lo complejo de su construcci�n y montaje. Los rostros de los dos personajes presentan gran exactitud anat�mica, mientras que los cuerpos desnudos (en el caso del Emperador pudi�ndose cubrir) son m�s idealizados. La actitud impasible y serena del Emperador contrasta con el cuerpo retorcido y la angustiada expresi�n facial del vencido, cuyo verismo y atenci�n al pormenor pueden considerarse un anticipo de la escultura barroca.

La estatua ha estado ubicada en diversos lugares, aunque siempre en las cercan�as de Madrid. En el a�o 1608, por orden de Felipe III, se coloc� en el Real Alc�zar. En 1620 se traslad�, como elemento decorativo, al jard�n del Palacio de Aranjuez. En 1634 ¬se llev� a los jardines del Retiro de Madrid y desde all� se traslad�, a fines del siglo XVIII, al Palacio de Buenavista (entonces residencia de Manuel Godoy).

En el a�o 1811, mediante un decreto de Jos� I, la estatua pas� a ser "propiedad del pueblo" y se coloc� sobre una fuente en la plaza de Santa Ana. A comienzos del siglo XX se encontraba en Alc�zar de Toledo y al finalizar la Guerra civil espa�ola pas� a formar parte de las colecciones del Museo del Prado.

Una de las copias se exhibe en el Sal�n de Columnas del Palacio Real de Madrid. Significativamente, se eligi� este lugar para realizar la firma del Acta de Adhesi�n de Espa�a a las Comunidades Europeas el 12 de junio de 1985.

"Al alcanzar al patio, me sorprendi� ver la estatua de Carlos V, —el mism�simo Emperador en bronce— de pie, en el suelo, al lado de su pedestal vac�o. Grupos de curiosos contemplaban la escena, que se tomaban a chanza y sentido del humor.

Unos dec�an que ve�an enemigos hasta en las esculturas; otros, que ignoraban que Carlos V se hubiera sumado a la defensa. Los m�s, que la imprudencia de no refugiarse originaba tales consecuencias.

Le hab�a acertado de lleno un ob�s; por eso cay� de pie, a plomo. Este ob�s del 15'5, destroz� la puerta principal, se col� al patio y fue el causante del desaguisado. Los ca�ones enemigos hab�an abierto la m�s emblem�tica puerta de nuestro encierro. Un tiro de suerte."